Mujeres al Frente en Electric Picnic 2025

Hola, queridos,
¡Tanto tiempo! Me pareció una eternidad no poder escribirles, no poder desahogar en mi teclado lo que llevo conmigo. Ese teclado que, a veces, parece un instrumento musical, porque las palabras saltan llenas de energía, magia y vibración.
Un año más crucé el canal de la Mancha para llegar a las tierras célticas, que se sienten como un abrazo cálido de hogar. Ahí donde mi amor por esa tierra sagrada y bendita se mezcla con corazones plenos de poesía, arte y apertura; donde la celebración desborda con los últimos rayos ardientes de un sol que no es el de medianoche, pero que, cuando la noche se viste con su capa negra y estrellada, el cuerpo estremece y los huesos piden bailar.
Esta vez fui acompañada por dos mujeres poderosas, elegidas con el corazón. Mi intuición me guió y, efectivamente, conformamos un trío formidable: de distintas tierras, diversas profesiones, pero con el fervor de crear, colaborar y vivir una aventura junto a esta alma errante que carga baterías para todo un ejército.
El primer tramo lo emprendí con la amorosa Paula, azoreana micaelense, astróloga, emprendedora y futura psicóloga. Llegó a Vila Franca de Xira para ayudarme a cargar lo que parecían ser 300 kilos de utilería —y solo nosotras cómo logramos ensamblarlo todo en el carro. A esa máquina le dimos el nombre de Gregorio, que nos condujo sutilmente en toda la travesía.
Vila Franca de Xira y Gregorio
Hicimos nuestra primera parada en la bella Salamanca, donde descubrimos rincones medievales, curioseamos entre libros antiguos y contemplamos las paredes de la Universidad. Nos cruzamos con un taxista que hacía una maniobra en una curva y al mismo tiempo tocaba la flauta. ¿Será algo cotidiano de esa área? Almorzamos bocadillos en el mercado, con sus vitrales y su apacible ritmo, y seguimos hacia nuestro próximo destino.

Llegamos a Bilbao con calma al ferry y a nuestra cabina, nuestro umbral de descanso, que tenía como ventana digital un paisaje siciliano que nos causaba mucha risa. Cabe destacar que Paula también es DJ, y juntas conformamos el dúo Clube Sentimental. Durante esas 30 horas de travesía, entre sueños, contemplaciones del mar, meriendas y la organización de nuestro set, fuimos dando forma a dos sesiones con raíces tropicales, africanas y de otros mundos, que poco a poco nos llevaron a los beats del techno, la batucada y la cumbia psicodélica, haciendo saltar a todas las almas que visitaron CASA DI VALENTINA.
Clube Sentimental
Al llegar nos recibió la reina Jan Blanco —cantante, productora musical, soberana de la noche con sus sets malandros y su artillería pesada que no permite descanso. Ella me ayudó este año con todo el line up de tres días de fiesta: alrededor de 18 horas de música con artistas locales e internacionales.
Mi espacio es una celebración de lo místico, lo invisible, los ritmos hipnóticos y fervientes: desde lo tropical hasta la escena underground del deep house, el techno y todos los híbridos cálidos con tintes industriales que pueden converger en un set.
@valentinalv
La tercera compañera fue Evita, un alma formidable, con un corazón ardiente y desbordante de creatividad. es diseñadora, ilustradora, carpintera, cocinera y futura coach. Siempre lista para la acción, se unió a nosotras para continuar la travesía.

Juntas nos dirigimos directamente a Stradbally, al field. La construcción iba cuesta arriba y todo el mundo ya estaba en movimiento. Una semana antes del festival y ya se percibía la intensidad de una producción masiva que se prepara para recibir a 100.000 personas.
El ritmo de esa semana fue exigente: poco a poco se revelaba el esfuerzo titánico que requiere hospedar a tal multitud. Allí estaban dos seres fabulosos a los que guardo enorme aprecio, admiración y cariño: Roz y Hugo Jellett, los capitanes del juego, una pareja pionera en producción de festivales, su creatividad, conocimiento y poder de ejecución son sorprendentes.
El equipo que Roz y Hugo fueron reuniendo estaba compuesto por los personajes más adorables y entregados. Reinaba un sentido de comunidad y colaboración absoluta: incluso con exceso de trabajo, siempre había una mano amiga. Algunos nombres: Michelle, virtuosa de las manualidades; Yoel, maestro de la electricidad y las estructuras; Fergus, encargado de la seguridad y estructura; Chris y Shane, carpinteros, todos artistas de gran talento; Lu y Duncan, antiguos dueños de Ukiyu, uno de los bares más contemporáneos de cocina japonesa y escena electrónica en Dublín, quienes nos deleitaban con exquisitas bebidas en el backstage de Providencia; y Grace una querida australiana que coordinó el evento de la carpa vecina.
Me faltan muchos otros por mencionar, pero basta decir que todos fueron fundamentales, y trabajar junto a ellos fue un verdadero privilegio.
La lluvia y Providencia
Nuestro montaje tomó alrededor de una semana. Casa di Valentina y el nuevo shop Las hechiceras, fue una invitación al misticismo ecléctico de las artes y quehaceres ocultos, donde música, danza, lecturas astrológicas y objetos mágicos dieron un sabor chamánico y encantado al pueblo.


Nos acompañó la queridísima Guacha Mágica, Florencia Ríos, amiga de Uruguay, bruja contemporánea, formada en hospitalidad, mixóloga, boxeadora y tarotista, cuya perspicacia y calor latino sumaron al espacio más y más.



Nuestros vecinos eran un grupo de jóvenes dictadores que querían colonizar la villa, con discursos y fiestas nocturnas interminables. Sus mayores rivales eran los liberales, con un aire zapatista, que transmitían propaganda en una radio llena de ritmos del pueblo.
El area de Providencia
Tampoco faltó Forró Ireland: hermanos brasileños que, con sus bailes y alegría sin fin, hacen sentir a cualquiera en Pernambuco, Bahía o el sertão.

También contamos con la participación de mis amigos de Brasil, quienes nos deleitaron con su arte visual lambe-lambe, una técnica de pegado con cola que transforma las paredes en poesía visual. Sus obras dialogaban con la escena underground y, al mismo tiempo, recogían el arte de otro artistas brasileños, chilenos y venezolanos.


Mis instalaciones en el palco de Providencia incluyeron móviles marinos, vaporosos y flotantes, que acompañaban el tropicalismo de la escenografía.
También presenté trabajos audiovisuales, con una excepcional co-dirección del equipo técnico musical, VJs e iluminación del área.

móviles
Este año colaboramos con un grupo de bailarines fantásticos que animaron los DJ sets de ese escenario: su sinergia fue eléctrica y contagiosa. Además, mis grandes amigos suizos, La Revuelta Orquestra, regresaron una vez más. Cada año su show crece: este conjunto de almas latinas y europeas logra alegrar incluso al más triste con sus ritmos cumbieros.


Casa di Valentina vibró con un sinfín de actos electrizantes y ritmos de todos los mundos. No deja de sorprenderme cuánta gente cabe en una carpa de esas dimensiones. A todos los artistas que entregaron su magia, su cuidado y su energía, les agradezco profundamente.

Los cuatro días intensos del festival fueron una celebración desbordada de vida, disfrute y arte. Resulta conmovedor ver esa marea de personas con tanta energía, capaces de aguantar días enteros en una fiesta que solo se detiene un par de horas para luego continuar.
Entre instalaciones sorprendentes, como un vagón de tren convertido en bar con cabina de DJ, un búnker, experiencias, charlas, conferencias, cooking shows, bandas tradicionales irlandesas en fusión con electrónica y claro los grandes nombres en el escenario principal. Es un privilegio cruzarse con tantas almas, compartir un baile, una conversación, un hola y un adiós.

Y así, marcándose ya la hora de partir, con rostros cansados pero satisfechos, llegaron los abrazos y los primeros planes de nuevas creaciones para el año siguiente. El corazón y el alma se marchan plenos; el cuerpo, en cambio, pide descanso y una buena cama.
Me despido compartiéndoles estas vivencias que me hacen agradecer lo afortunada que me siento por formar parte de este complejo y divertido proyecto. Ya son cinco años en esta aventura.

Un abrazo cálido